“Una propuesta desde lo académico para contextualizar los conflictos de violencia intrafamiliar, partiendo de la situación actual de violencia estructural que vive el Estado”.
E1 estudio de los conflictos de la actualidad, desde una perspectiva académica, pretende abordar los momentos de la violencia estructural y tomar el presente como el resultado del manejo y la dominación del Estado sobre la confrontación de intereses.
Respecto a la claridad para enfrentar los conflictos, la mirada es oscura. En estos tiempos, puede denominarse la confusión total, pues, se han deslegitimado las grandes naciones históricas, se ha dado un libre curso a la prehistoria y podemos hasta cuestionarnos de la existencia a las sociedades civiles. Los conflictos actuales no se pueden explicar utilizando patrones de interpretación del pasado, hoy existen demasiadas clases de violencia y la aparición de ellas no respetan lugar.
El conflicto es una de las categorías de la vida social, y cada ámbito de la sociedad posee una serie de cualidades que le son peculiares. Hay un conjunto de fenómenos básicos que forman un determinador común de toda situación social. Frente a la acción social funcional, basada en el mayor o menor grado de cooperación, se levanta una categoría de la conducta humana, la actividad conflictiva. El conflicto social es uno de los modos básicos de la vida en sociedad; mediante él los hombres intentan resolver dualismos divergentes y alcanzan un tipo de integración o unidad, aunque ello sea a costa de opresión, aniquilamiento y subyugación del rival.
Los conflictos varían de modo muy amplio, es difícil clasificar las distintas gamas de la actividad conflictiva de los seres humanos, el conflicto es una lucha consciente (directa o indirecta), entre individuos, instituciones o colectividades para lograr un mismo fin o fines incompatibles entre sí. Al ser una categoría muy general, su estudio tiene sus límites. Es más provechoso analizarlo en sus manifestaciones más específicas, utilicemos la clasificación que utilizo el Project Ploughshares del Conrad College[1], ya que expone tres categorías básicas de conflictos relacionadas con la situación del Estado:
1. Las luchas protagonizadas por movimientos revolucionarios, campañas de escolonización o por élites que se disputan el poder. Luchas por el control del Estado.
2. Los conflictos que envuelven a regiones ubicadas dentro del estado que luchan para lograr un mayor grado de autonomía o de secesión. Son los denominados conflictos por la formación de los Estados.
3. Los conflictos generados por la ausencia de un control gubernamentalefectivo. Conflictos por el fracaso del Estado.
Ahora, tal vez actuando como individuo moderno, observemos nuestra propia observación y utilicemos una tipología expuesta por Sahnoun[2], la cual clasifica los conflictos en cinco categorías:
1. Crisis producidas por los fracasos de procesos de integración en los intentos de creación de Estado-Nación, se caracteriza por que existe un monopolio del poder por parte de un grupo étnico, o por ausencia de unificación nacional, por ausencia de liderazgo.
2. Crisis que se dan como consecuencia de herencia colonial o por lasdificultades de descolonización.
3. Conflictos que dejo como legado la Guerra Fría.
4. Conflictos de carácter religioso.
5. Conflictos de carácter socioeconómico, característicos de los Estados donde no está presente la democracia y es desigual la distribución de la tierra.
Ciertas formas de conflicto y antagonismo son necesarias para el mantenimiento de la identidad y las fronteras de cada grupo social. La destrucción y las pérdidas para el vencido y las ganancias para el vencedor no son más que los efectos superficialmente obvios de la contienda. El conflicto es una fuerza con efectos integrativos, cohesivos o creadores. No obstante, el reconocimiento e investigación de tales efectos no tiene porqué acarrear el olvido de los efectos opuestos, los destructivos y los entorpecedores, en especial de su influjo sobre la intensidad y dirección del cambio social. Algunos géneros importantes del conflicto social que nos harían falta en las clasificaciones anteriores son:
* Conflictos de legitimidad del régimen, donde se carece de medios de participación política.
* Conflictos de transición, generados por la resistencia a recibir cambios políticos, nacen de la contraposición de intereses.
* Conflictos de identidad, en momentos de búsqueda de diferenciación de este estado con los demás.
* Conflictos de desarrollo.
Antes de seguir adelante, precisemos los aspectos comunes de los conflictos, que hemos enunciado como los que se han percibido con más claridad este siglo:
Para empezar los conflictos en su mayoría se presentan en países que tienen un marco estatal débil, que buscan protección de las potencias y estas los han dejado abandonados. Los países están en crisis económica profunda, se reprime la resistencia política, y el Estado no es capaz de proporcionar los servicios mínimos.
El segundo aspecto que hay que tener en cuenta es la influencia de los factores internos y locales. A esto se suma que en muchos casos se plantean numerosos contenciosos de población y de fronteras, con riesgo de regionalizar el conflicto. Lo que lleva a un elemento más la fragmentación, la aparición de nuevos Estados.
Como aspecto a seguir la inseguridad ecológica, el deterioro de los sistemas naturales, teniendo en cuenta que el bienestar de la población mundial depende directamente de los recursos naturales, genera tensiones a largo plazo, esto causa un malestar popular crónico.
La búsqueda de identidad, como han explicado Kriesberg[3] y Pinxten[4], desempeña un papel muy importante en los conflictos denominados intratables, en los que las fuerzas convergentes: dogmatismo, fundamentalismo y exclusivismo, son más fuertes que las tendencias, contingentes, las propuestas se deforman y se instala el autismo, el diálogo y la negociación se vuelven imposibles.
La fragmentación de la fuerzas políticas, sumado a los nuevos actores de conflictos (mafias, clanes, bandas, paramilitares, guerrillas, etc.). Se rechaza la existencia de derechos humanos, de la democracia, etc...; y se actúa sin causa política, ni disciplina.
Hoy se utilizan nuevos métodos, donde todo es válido, se practica la guerra total con nuevas estrategias, como es la limpieza étnica, el exterminio y el genocidio. Se busca humillar al enemigo, por lo cual se puede clasificar la guerra actual como caníbal, pues el objetivo no es ganar sino exterminar al contrario. Los hogares son el nuevo escenario de la lucha cotidiana.
El estado de lucha continua a nivel intrafamiliar, ha traspasado de los límites de este grupo social primario para proyectarse como factor común a la colectividad.
Ha aumentado el número de refugiados, los enfrentamientos originan traslados y desplazados. Se ha producido, por esta razón, un incremento de violencia en las ciudades a las cuales llegan más personas cada año; además los habitantes de estos lugares se han sometido a hacinamientos ya que el desarrollo de la infraestructura citadina es diametralmente opuesto al crecimiento de la población urbana. Sumamos, a esto, la crisis de los medios tradicionales de tratamiento de la delincuencia, que resultan ineficaces a la actual situación.
Los resultados de los conflictos han sido altos costos humanitarios, políticos, materiales, económicos, ecológicos, sociales, psicológicos y hasta espirituales. Es un desenlace negativo, donde se perjudica el hombre directamente, el costo humanitario es la cuota en número de muertos, heridos, desplazados, hambre, etc. Un costo político, se desmantela el proceso democrático, existe desintegración del Estado de derecho, corrupción política. Pérdidas materiales y económicas, pues se gasta cada día más en maquinaria de guerra, se pierde el turismo, se afecta el planeta desde lo social al destrucción de las familias y las comunidades, orfelinatos de guerra, lo cultural también con los desplazamientos forzados de las comunidades, pérdida de identidad.
Bajo esta visión del problema sería pertinente preguntarnos hasta que punto la violencia que involucra comunidades enteras reproduce desde su interior fenómenos igualmente violento generados desde el plano relacional básico (violencia intrafamiliar) y hasta qué punto tal reproducción ha construido en el imaginario inconsciente de esos pueblos una cultura de la violencia que se hace indispensable de construir desde sus mismas causas generando la posibilidad histórica de un espacio donde se recree una cultura de la paz.
La pretensión en éste momento es que desde la observación académica se generen propuestas tendientes a crear un espacio interdisciplinar capaz de instrumentalizar una tecnología de la convivencia.
Como en la actualidad el conflicto debe ser canalizado hacia una expresión constructiva. Se debe asumir la transformación del sistema para perseguir la construcción de la paz. El cambio sugiere una comprensión del conflicto como algo que se encuentra en movimiento, se debe dejar de tomar el conflicto como estático y empezar a pensarlo como un proceso interactivo que se da en un contexto determinado.
Se debe cambiar el concepto de conflicto social, pues este, es el fenómeno creado por el hombre, forma parte natural de las relaciones que maneja al tener trato con los otros de su especie. El conflicto debe empezar a encontrarse como un elemento necesario en la construcción y reconstrucción transformativa de la condición humana en la organización y en las realidades sociales.
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[1] Armed Conflict report, 1997, 32 pág.
[2] SAHNOUN, Mohamed, Managing in the Post Coldwar Era, conferencia realizada el 13 de octubre de 1995 en al Catholic Institute of International Relations.
[3] KRIESBERG, Louis. Intractable conflicts and their transfomation, Syracuse University Press, 1989.
[4] PINXTEN, Rik, “Identidad y conflicto”, Afers International. No. 36, 1997, pág. 55.
[1] Armed Conflict report, 1997, 32 pág.
[2] SAHNOUN, Mohamed, Managing in the Post Coldwar Era, conferencia realizada el 13 de octubre de 1995 en al Catholic Institute of International Relations.
[3] KRIESBERG, Louis. Intractable conflicts and their transfomation, Syracuse University Press, 1989.
[4] PINXTEN, Rik, “Identidad y conflicto”, Afers International. No. 36, 1997, pág. 55.
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